Evangelio del día – Lectio Divina Marcos 5, 21-43

Lectio Divina

Por Ronaldo Rodríguez de Colombia

 

Invocamos al Espíritu Santo

Espíritu Santo, tú que eres nuestro consuelo y dador de vida, ven a nuestras vidas. Espíritu de Dios, llena mi vida, mi alma y todo mi ser, enciende en mí la luz de tu poder.
Te pido que fortalezcas mi fe, que por las circunstancias, muchas veces se ve debilitada, ayúdame a estar firme en ti.
Amen.

Evangelio según san Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.

 

Lectura, ¿Qué dice el texto?

Jesús llegó a la orilla en barca, al llegar, mucha gente se reunió a su alrededor, estando ahí se acercó Jairo, que era un jefe de la Sinagoga, rogando con insistencia por la salud de su hija, que se encontraba en mal estado. Jesús fue con él, acompañado de una multitud.
Una mujer que sufría una enfermedad que no se había podido tratar pasaba por ahí, al oír hablar de Jesús, se acercó por detrás de la gente, y tocó el manto de Jesús, tenía fe que con eso estaría curada y así fue, instantáneamente todas sus heridas fueron sanadas.
Jesús al sentir esta acción, preguntó: “¿quién me ha tocado el manto?”, los discípulos se sorprendieron, había mucha gente alrededor y el camino era estrecho, luego, la mujer se acerca un poco asustada, comentándole lo que había ocurrido, y Jesús le responde: “Hija, tu fe te ha salvado”.
Justo, en ese momento, llegaron personas de la casa de Jairo; informando que su hija había muerto, que no era necesario que molestaran al maestro. Jesús al oír esto le indicó a Jairo: “No temas; basta que tengas fe”. Continuaron su camino, ahora solo acompañado por alguno de sus apóstoles.
Al llegar a la casa notan que todos están desconsolados por la situación, y Jesús menciona: “la niña no está muerta; está dormida”, algo que fue tomado de burla por algunos, Jesús los sacó del lugar, quedando solo con el padre y la madre, tomó de la mano a la niña y le dijo: «Talitha qumi» (Contigo hablo, niña, levántate). La niña se levantó inmediatamente y se dispuso a caminar, todos quedaron llenos de sorpresa, Jesús les indicó que no lo comentaran y que le dieran de comer a la niña.

Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu atención, tu interés?

 

Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?

Este texto bíblico nos muestra una vez más que para Dios no hay nada imposible, que donde el ser humano ve barreras y limitaciones, Dios solo ve oportunidades que afrontar y superar. Alrededor de Jesús se encontraba caminando muchas personas, las cuales tenían dificultades, enfermedades, situaciones complicadas, que deseaban superar, sin embargo, no todos seguían a Jesús con fe; aquella mujer con problemas de salud, al darse cuenta que Jesús estaba cerca, corrió a acercarse a Él y con mucha fe, tocó su manto, tenía certeza de que eso sería suficiente para sanarse, confiaba plenamente que el poder de Jesús la sanaría, y así ocurrió. Debemos pensar si somos como parte de la multitud que intenta caminar con Jesús, con fe endeble o somos como aquella mujer que al saber que tenía a Jesús cerca no paró hasta llegar a Él confiando que al hacerlo estaría curada.
Otro ejemplo de gran fe lo presenta Jairo, quien a pesar, de que le habían comunicado que su hija, ya había fallecido, decidió confiar en Jesús quién le dice: “no temas, basta que tengas fe”; y luego al entrar a la casa, mencionando: “la niña no está muerta, está dormida”, demostrando que para Él no hay límites, no hay nada que no pueda hacer, y nos hace saber que cuando se cree en la resurrección, no se ve en la muerte un final sino un descanso.
Jesús nos invita a tener fe en Él, si tenemos fe, podremos lograr superarnos cada día, dejémonos guiar por nuestro Señor y veremos un camino de amor, de felicidad. Confiemos que, de su mano alcanzaremos todos los propósitos que Dios tiene para cada uno de nosotros.

Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?

 

Oración, ¿Qué le decimos a Dios?

ORACIÓN POR LA FE
Señor, yo creo, yo quiero creer en Ti.
Señor, haz que mi fe sea pura, sin reservas, y que penetre en mi pensamiento, en mi modo de juzgar las cosas divinas y las cosas humanas.
Señor, haz que mi fe sea libre, es decir, que cuente con la aportación personal de mi opción, que acepte las renuncias y los riesgos que comporta y que exprese el culmen decisivo de mi personalidad: creo en Ti, Señor.
Señor, haz que mi fe sea cierta: cierta por una congruencia exterior de pruebas y por un testimonio interior del Espíritu Santo, cierta por su luz confortadora, por su conclusión pacificadora, por su connaturalidad sosegante.
Señor, haz que mi fe sea fuerte, que no tema las contrariedades de los múltiples problemas que llena nuestra vida crepuscular, que no tema las adversidades de quien la discute, la impugna, la rechaza, la niega, sino que se robustezca en la prueba íntima de tu verdad, se entrene en el roce de la crítica, se corrobore en la afirmación continúa superando las dificultades dialécticas y espirituales entre las cuales se desenvuelve nuestra existencia temporal.
Señor, haz que mi fe sea gozosa y dé paz y alegría a mi espíritu, y lo capacite para la oración con Dios y para la conversación con los hombres, de manera que irradie en el coloquio sagrado y profano la bienaventuranza original de su afortunada posesión.
Señor, haz que mi fe sea activa y dé a la caridad las razones de su expansión moral de modo que sea verdadera amistad contigo y sea tuya en las obras, en los sufrimientos, en la espera de la revelación final, que sea una continua búsqueda, un testimonio continuo, una continua esperanza.
Señor, haz que mi fe sea humilde y no presuma de fundarse sobre la experiencia de mi pensamiento y de mi sentimiento, sino que se rinda al testimonio del Espíritu Santo, y no tenga otra garantía mejor que la docilidad a la autoridad del Magisterio de la Santa Iglesia.
Amén.

Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal?
Cada uno pone sus intenciones.
Amén.

 

Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

«No temas; basta que tengas fe»
«No temas; basta que tengas fe»
«No temas; basta que tengas fe»

Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que te ayuda a recordar este texto?

 

Acción, ¿A qué me comprometo con Dios?

– Buscar espacios de oración personal, que alimenten mi fe en Dios.
– Analizar mi relación con Dios:
¿Confío en Él? ¿Estoy haciendo su voluntad?
– Poner en manos de Dios cada una de mis preocupaciones y dificultades, de su mano, las podré superar.
– Llevar este mensaje de fe a 5 amigos o familiares, generando un espacio de oración fraterna.

Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a realizar?

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