Evangelio del día – Lectio Divina San Lucas 7, 11-17

Lectio Divina

José Manuel Reyes de República Dominicana 🇩🇴

Invocación Espíritu Santo
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetras las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Amén.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: No llores. Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate! El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera. Palabra del Señor

Meditación ¿Qué me dice el texto?

EI evangelio de hoy (LC 7, 11-17) narra el episodio de la resurrección del hijo de la viuda de Naín. Es esclarecedor el contexto literario de este episodio en el capítulo 7 del Evangelio de Lucas. El evangelista quiere mostrar cómo Jesús va abriendo camino, revelando la novedad de Dios que avanza por medio del anuncio de la Buena Nueva.

Lucas 7, 11-12: El encuentro de las dos procesiones. «A continuación se fue a una ciudad llamada Naín. Iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; la acompañaba mucha gente de la ciudad». Lucas es como un pintor. Con pocas palabras consigue pintar el cuadro tan bonito del encuentro de las dos procesiones: la procesión de la muerte que sale de la ciudad y acompaña a la viuda que lleva a su único hijo hacia el cementerio; la procesión de la vida que entra en la ciudad y acompaña a Jesús. Las dos se encuentran en la pequeña ciudad, junto a la puerta de la ciudad de Naín.

La compasión entra en acción (7, 13), «Al verla el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: ¡No llores! Es la compasión que lleva a Jesús a hablar y a actuar. Compasión significa literalmente: «sufrir con», asumir el dolor de la otra persona, identificarse con ella, sentir con ella el dolor. Es la compasión que acciona en Jesús el poder, el poder de la vida sobre la muerte, poder creador.

Joven, a ti te digo, levántate (7, 1415). Jesús se aproxima, toca el féretro y dice: «‘Joven, a ti te digo, ¡levántate!». El muerto se incorporó y se puso a hablar. Y Jesús se lo dio a su madre. A veces en momentos de gran sufrimiento provocado por el fallecimiento de una persona querida, las personas dicen: «En aquel tiempo, cuando Jesús andaba por la tierra había esperanza de no perder a una persona querida, pues Jesús podría resucitarla». Ellas miraban el episodio de la resurrección del hijo de la viuda de Naín como un evento del pasado que apenas suscita añoranza y una cierta envidia. La intención del evangelio, sin embargo, no es suscitar añoranza ni envidia, sino ayudar a experimentar mejor la presencia viva en media de nosotros. Él está hoy con nosotros, y ante los problemas y el sufrimiento que nos azotan, nos dice: ¡Te lo ordeno: levántate!

La repercusión (7, 16-17). «Todos se quedaron con mucho miedo y glorificaban a Dios diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y Dios vino a visitar a su pueblo» Y lo que se decía de Él se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina». Es el profeta que fue anunciado por Moisés (Dt 18, 15). El Dios que nos vino a visitar es el «Padre de los huérfanos y de las viudas» (sal 68, 6; Cf. Jdt9, 11).

Algunas preguntas para guiar nuestra reflexión:
Ante quienes sufren o veo que sufren ¿Soy capaz de acercarme y decirles ánimo, levántate? ¿Soy capaz de asumir esas expresiones que el Señor nos deja como ejemplo? Cuando estoy en situaciones difíciles, dolorosas ¿Busco al Señor y le pido que me abrace, me toque y me ayude a levantarme?;¿Al menos soy capaz de pedir en oración por ellos o su dolor me es indiferente? ¿Cómo estoy viviendo la compasión con los míos y los de fuera?
¿Me esfuerzo por llevar una vida de fe coherente con la Palabra?

Oración ¿Qué le digo al Señor según el texto?

Señor Jesús: la angustia, el dolor, la soledad invade la vida de muchos hermanos nuestros, danos la capacidad de ser solidarios e infundir esperanza. Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado; ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido. Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando” Amen

Contemplación ¿Cómo interiorizo el texto?
– Al verla el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: ¡No llores!
– «‘Joven, a ti te digo, ¡levántate!»
– «Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y Dios vino a visitar a su pueblo

Acción ¿Cómo pongo en práctica lo reflexionado?
A la luz de la Palabra que has leído, confrontar tus criterios, valores, sentimientos y actitudes. No quedarnos en palabras y discursos, sino vivir la solidaridad y tener compasión de quien sufre a mi lado.

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