Lectio Divina por Marcela Lizondo de Argentina 🇦🇷
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Oh Señor, oh Espíritu Santo, hoy yo también me atrevo a preguntarte, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Ayúdame a conocer tu voluntad y a tener la luz y fortaleza para saber responderte con prontitud y generosidad. No quiero salir triste ni desanimado de esta meditación, sino con la alegría de haber puesto mi vida en tus manos. Amén.
1. LECTURA – ¿Qué dice el texto?
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-27
Cuando se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose le preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honrarás a tu padre y a tu madre» El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Solo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”. Él, al oír estas palabras, se entristeció, porque poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!» Los discípulos se sorprendieron por éstas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. Jesús, fijando en ellos su mirada les dijo: “Para los hombres, es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible”.
Palabra del Señor.
¿Qué dice el texto?
El Evangelio de hoy nos narra dos cosas: en primer lugar, cuenta la historia del joven rico que pregunta por el camino de la vida eterna, y en segundo lugar, llama la atención sobre el peligro de las riquezas.
Para muchos, las palabras que nos trae hoy el Evangelio son
demasiado duras contra los ricos y la riqueza. Sin embargo, el gran tema que abre y cierra este pasaje es, la vida eterna y el tema del “Reino de Dios”. El joven rico deseaba sinceramente heredar la vida eterna y confiaba en Jesús como maestro para darle una respuesta. Jesús le hace acordar de los mandamientos que él ya cumplía todos. Sin embargo, sólo la letra de la Ley no basta, alguien que aspira a ser discípulo de Jesús tiene que estar dispuesto a ir más lejos, es necesario algo más: la entrega a Dios con todo su ser especialmente en beneficio de los pobres y oprimidos. Es notable que Jesús lo mira cariñosamente para darle la respuesta que sabe ser difícil. Ser muy rico no es equivocado, pero sí la dificultad está en desapegarse de los bienes terrenos. A pesar de la buena voluntad que demuestra el joven, al final se va cabizbajo sin poder cumplir las indicaciones. Y lo mismo nos pasa a nosotros, ante semejante exigencia. Pero cuidado, porque este Evangelio no está escrito sólo para ricos (si por “ricos” entendemos aquellos que tienen mucho dinero). Este Evangelio está escrito para todos, porque todos tenemos, por mucho o poco que sea, la gran tentación de la que habla el Evangelio, la tentación de vivir de nuestro dinero, de buscar seguridad donde no la hay, de poner nuestro corazón en tesoros o tesoritos que no son Dios. Ricos somos todos los que tenemos puesto el corazón en alguna riqueza, por más miserable que sea.
Cuando Jesús fija la mirada en aquel joven, para nosotros hoy desconocido, mira a cada uno de los que ha llamado por el bautismo a la vida de cristianos. No mira tan sólo a los que llama a su pleno seguimiento. Llama más bien a todos aquellos que intuyen que la vida es más que diversión y pérdida de tiempo en nada. Y es que quien entra dentro de su alma, descubre un vacío por llenar, un corazón por enardecer de amor, un ansia, un no sé que de lo eterno, como ese joven, y que no estará tranquilo hasta llenarlo de lo único eterno: el amor de Jesucristo.
La gran enseñanza y ejemplo de Cristo es que la riqueza/bienes terrenos estén al SERVICIO de los demás, de los excluidos, desposeídos, del prójimo. Y nos da la gran esperanza: para Dios nada es imposible, la salvación no está cerrada para nadie, la misericordia de Dios es siempre más grande que nuestras “pobrezas”.
2. MEDITACIÓN – ¿Qué nos dice el Señor en su Palabra?
A la luz de este texto preguntémonos sinceramente:
•¿De qué debemos desprendernos YA, si queremos avanzar en el seguimiento de Jesús?
•¿Cómo entender y practicar hoy a los consejos que Jesús dio al joven rico?
•¿Qué cosas son “realmente” importantes para mí?
3. ORACIÓN – ¿Qué le digo al Señor?
En este momento, y luego de haber recibido la Palabra de Dios, pongamos nuestras intenciones bajo su mirada amorosa y a cada una vamos a responder: “Ayúdanos Señor a desprendernos”.
4. CONTEMPLACIÓN
Detengámonos unos minutos en la “mirada” del Señor y contemplemos su amor, su paciencia y su infinita misericordia…
5. ACCIÓN
Pidamos al Señor la gracia de poner en práctica YA este desapego de lo material y de todo aquello que nos aleja de la herencia: “LA VIDA ETERNA”.
🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a realizar?