Lectio Divina por José Manuel Reyes Cabrera de República Dominicana 🇩🇴
¡Buenos días, hermanos!
Invocación inicial
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría: dame mirada y oído interior para que no me apegue a las cosas materiales, sino que busque siempre las realidades del Espíritu. Amén.
Lectura
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 5, 1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: —«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo: —«Espíritu inmundo, sal de este hombre». Jesús le preguntó: —«¿Cómo te llamas?». Él respondió: —«Me llamo Legión, porque somos muchos». Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: —«Déjanos ir y meternos en los cerdos». Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago.
Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país.
Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: —«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia». El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
Palabra del Señor.
Meditación
De todos los milagros de Cristo este es el más desconcertante. El único del que se deriva un daño para alguien, aunque un tanto irónico como cómico. El Evangelio de hoy relata un exorcismo, la curación de un hombre poseído por varios espíritus inmundos. Un poseso bien conocido por la comarca, a raíz de que ni las cadenas y cepos podían sujetarle, a la vez que vivía en los sepulcros y montes. Al ver a Jesús corre hacia él gritando.
Jesús entabla entonces un misterioso diálogo con el poseso. Pregunta por su nombre (entre los antiguos exorcistas era corriente creer que el conocimiento del nombre del demonio que invadía el alma de una determinada persona daba un poder mayor sobre él al exorcista, que podía, por así decir, «agarrarlo» por su propio nombre) Legión responden, alusión a varios espíritus, y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca, ante ello exponen una escapatoria: una piara de cerdo.
Hay en la frase de los demonios una mezcla de superstición y de ironía. Al pedir entrar en los cerdos renuncian a poseer a otros hombres y hacen, al mismo tiempo, un cierto chantaje a Jesús al pedirle que les envíe a algo que, para él, como buen judío, es despreciable. Parecen decirle: ese es un lugar apto para el demonio: ¿no son impuros los cerdos? ¿no decís que el demonio es inmundo?
Jesús lo permite, y comenta el evangelista, los espíritus impuros salieron del poseso y se fueron a los puercos; entonces el rebaño se lanzó desde la cima escarpada hacia el mar ((Me 5, 13). Un relato un tanto cómico como desconcertante, sin embargo, no termina ahí. Los evangelistas añaden el espanto de los pastores de la piara, la llegada de los gerasenos y su encuentro con el endemoniado tranquilo, su temor al enterarse de lo ocurrido a los cerdos. De modo que les rogaron que se alejase de su comarca, porque estaban poseídos de un gran temor.
Había sido éste el primer milagro hecho por Jesús cuyos frutos resultaban negativos para el bolsillo de los hombres. Habían visto el poder de Dios, la liberación de un ser humano torturado y, precisamente porque veían la grandeza de Jesús, le pedían que se alejase. Había tocado su bolsillo y preferían su negocio a este poder de Dios que tocaban con sus manos Desde el principio del mundo y hasta el final de él parece que los hombres preferirán al demonio con cerdos antes que a Dios sin ellos.
Finalmente, el relato concluye con el recién curado anunciando a su familia y los demás lo que Jesús ha hecho en él. No todos son enviados a ser misioneros en otros países. Jesús envía a este hombre de vuelta a su casa para que sus amigos fueran testigos de la obra de Dios. Tal vez es allí donde también nos envía a ti y a mí.
Es recomendable que nos preguntemos:
¿De qué debe Dios liberarme? ¿Cuáles ataduras me atan e impide seguir al Señor?
¿Prefiero la comodidad y estabilidad de mi negocio antes que a Dios?
¿Tardo algún tiempo en advertir todo lo que el Señor ha hecho por mí?
¿Le pido a Dios que me ayude para que crezca en un sentido de gratitud y confianza?
¿Estoy dispuesto a compartir con otros lo que Dios ha hecho en mi vida y en mi familia?
¿Tengo miedo al qué dirán si comparto mi experiencia de fe?
Oración
Gracias Señor, por lo que has hecho, haces y harás en mi vida y en mi familia. Envíame allí donde quieres que dé testimonio de ti. Que tu gracia me acompañe hoy, mañana y siempre; para que con ella pueda testimoniar cómo has obrado en mí. Amén.
Contemplación
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
Acción
Hacer un alto en mi vida y descubrir cómo Dios ha obrado en mi vida y compartir mi experiencia de fe con un hermano necesitado.