Lectio Divina por Marcela Lizondo de Argentina
Martes XII Semana Tiempo Ordinario Ciclo B
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
¡Oh Espíritu Santo! Alma de mi alma, te adoro; ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame, dime qué debo hacer, ordéname.
Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas me suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad. Amén.
+ LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 7, 6.12-14
“No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos. Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.”
Palabra del Señor
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Seguimos escuchando a Jesús, que enseñando y formando a sus discípulos, enseña y quiere formar también en nosotros, un corazón semejante al suyo. Las Palabras de Jesús siempre nos ayudan a crecer y nos llevan por el camino de la Bienaventuranzas (felicidad) si nos fiamos de Él (fe) y nos decidimos a cumplirlas (obras). Con esta premisa, el Capítulo 7 del Evangelio de Mateo, nos muestra una serie de consejos que da Jesús a sus discípulos y también una serie de advertencias donde quiere poner el acento. En la última parte del sermón del monte, hoy se nos proponen, en estos pocos versículos, tres exhortaciones:
- No den lo sagrado a los perros ni arrojen sus perlas a los cerdos…
¿Qué quiere decir Jesús con esto? Que la Palabra de Dios no debe ser entregada en forma indiscriminada. No todos están preparados para acogerla. El terreno debe prepararse para recibir la semilla; el invitado a la boda debe vestirse adecuadamente.
Más de una vez Jesús se dio cuenta que sus discípulos lo escuchaban sin entenderlo. No aceptaba el título de Rey, porque sabía que el pueblo lo interpretaría en un sentido mundano. Lo mismo puede suceder cuando citamos lecturas de la Biblia a personas que no están dispuestas a escucharlas. Con esto se reafirma para nosotros que la Palabra de Jesús no es sólo algo que hay que comprender e interpretar, sino que sobre todo ha de formar parte de la vida.
- Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes…
Cómo sería diferente el mundo si todos siguiéramos este mandato de Jesús. Pienso sobre, cómo trato a los miembros de mi familia, amigos, compañeros de trabajo, extraños, los marginados, si yo los tratara a ellos así como Jesús sugiere, ¿sería diferente mi comportamiento?
La regla de oro es tan desafiante porque es tan simple, de hecho, “esta es la Ley y los profetas”. Nunca seremos capaces de vivirla totalmente, aunque es tan razonable. Sin embargo, no es un estándar jurídico, sino uno de verdadero amor: un poco antes, en el Evangelio de Mateo, Jesús llama a amar a los otros como nos amamos a nosotros mismos.
Jesús nos pide un amor activo y comprometido.
- Entren por la puerta estrecha que lleva a la vida…
La imagen de la puerta se repite varias veces en el Evangelio y se refiere a la de la casa, del hogar doméstico, donde encontramos seguridad, amor, calor. Jesús nos dice que existe una puerta que nos hace entrar en la familia de Dios, en el calor de la casa de Dios, de la comunión con Él. Esta puerta es Jesús mismo. Él es la puerta. Él es el paso hacia la salvación. Él conduce al Padre. Y la puerta, que es Jesús, nunca está cerrada, esta puerta nunca está cerrada, está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios. Porque Jesús no excluye a nadie.
Ahora bien, Reino es un don y, al mismo tiempo, una exigencia. Por eso se entiende que para entrar en el Reino de los cielos, en la casa del Padre Dios, es necesario seguir un camino y entrar en la plenitud de la vida atravesando una “puerta”; la puerta estrecha, la puerta que sólo se traspasa con los actos concretos de amor al prójimo.
La comodidad, el buscar sólo el bienestar personal, el no salir de nosotros mismos, pensando sólo en uno, entre otras realidades, es el camino ancho y espacioso que nos lleva a la perdición.
El entrar por la puerta estrecha, es una camino difícil, que pocos encuentran, porque requiere buscar a Jesús, seguir sus huellas, saliendo de nosotros mismos, despojándonos de todo aquello que no nos permite entrar por esa puerta angosta, y así poder mirar, encontrarse, caminar más libremente, comprometerse, dando la vida, sirviendo, buscando siempre tener los mismos gestos y actitudes de Jesús.
El ser discípulo-misionero implica, ir contracorriente, conlleva entrar por la puerta estrecha, ir a contramano muchas veces de todo lo que la sociedad hoy propone, lleno de luces y slogans que hablan de felicidad, pero que solo llevan a una vida sin sentido.
La puerta estrecha es Jesús, y a Él tengo que buscarlo, a Él tengo que escucharlo, a Él tengo que conocerlo, en la oración personal y diaria, en el encuentro con su Palabra, en los rostros y vida de aquellos que están en el camino y por supuesto también en la Eucaristía.
MEDITACIÓN – ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?
Le pregunto al Señor, en ésta mañana, que quiere decirme, que necesita decirme HOY con su Palabra…
Al llevar la Palabra de Dios a mis hermanos, ¿busco realmente que los demás experimenten ese “encuentro” con el Señor o simplemente busco decir lo que ya tenía preparado sin importar si los demás lo quieren recibir?
¿Trato a los demás, familia, amigos, conocidos, extraños, como me gustaría ser tratado a mí?
¿Me dejo guiar y atraer por la vía estrecha y exigente del Evangelio?
¿Sigo más bien la vía ancha y fácil, que consiste en hacer lo que a uno le place o lo que conduce a satisfacer los propios deseos, y que pasa por alto las necesidades de los demás?
ORACIÓN – ¿QUÉ LE DIGO AL SEÑOR?
“Señor, que no tengamos miedo de salir al encuentro de quien nos necesita, siendo instrumentos dóciles y pacientes. Que busquemos siempre el bienestar de los hermanos y que estemos dispuestos siempre a dejar la vida por tu Reino. Que aprendamos a amar el camino difícil que nos conduce a la vida plena y feliz. Amén”
CONTEMPLACIÓN – MIRAMOS LA VIDA CON LOS OJOS DE DIOS
Dejemos por unos instantes que el silencio nos acompañe a repasar ese versículo o párrafo que nos tocó el corazón en esta mañana.
ACCIÓN – ¿A QUÉ ME COMPROMETO?
El Señor además de ser la puerta estrecha, es también el camino, es el Gran guía, que nos orienta, nos da una mano, nos despoja de nuestras cargas inútiles, Él es la Vida. ¿Qué quiero y puedo hacer por Él y el Reino?