Lectio Divina por el Pedro Madrid de El Salvador
Invocación al Espíritu Santo
ESPÍRITU SANTO, ALMA DE MI ALMA
Espíritu Santo, eres el alma de mi alma, te adoro humildemente.
Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame.
Y en cuanto corresponde al plan eterno Padre Dios revélame tus deseos.
Dame a conocer lo que el Amor eterno desea en mí.
Dame a conocer lo que debo realizar.
Dame a conocer lo que debo sufrir.
Dame a conocer lo que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar, cargar y soportar.
Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre.
Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí a los deseos y al querer del eterno Padre Dios.
Amen.
- LECTURA ¿Qué dice el texto?
Mt 8, 5-17
Al entrar en Cafarnaún, un centurión se le acercó y le suplicó:
—Señor, mi muchacho está postrado en casa, paralítico, y sufre terriblemente.
Le dice:
—Yo iré a sanarlo.
Pero el centurión le replicó:
—Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que digas una palabra y mi muchacho quedará sano. También yo tengo un superior y soldados a mis órdenes. Si le digo a éste que vaya, y va; al otro que venga, y viene; a mi sirviente que haga esto, y lo hace.
Al oírlo, Jesús se admiró y dijo a los que le seguían:
—Les aseguro, que no he encontrado una fe semejante en ningún israelita. Les digo que muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Mientras que los ciudadanos del reino serán expulsados a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el crujir de dientes.
Al centurión, Jesús le dijo:
—Ve y que suceda como has creído.
En aquel instante el muchacho quedó sano.
Entrando Jesús en casa de Pedro, vio a su suegra acostada con fiebre. La tomó de la mano, y se le pasó la fiebre; entonces ella se levantó y se puso a servirles.
Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. Él con una palabra expulsaba los demonios, y todos los enfermos sanaban.
Así se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías:
Él tomó nuestras debilidades
y cargó con nuestras enfermedades.
Palabra de Dios
- MEDITACIÓN ¿Qué me dice el texto?
El Evangelio reúne varios milagros de curación y Jesús es presentado como el servidor de Dios que conoce todas las debilidades humanas, se compadece de nosotros y las asume. Hoy especialmente se nos presenta el poder de la palabra dada, el bien que realiza en el creyente la Palabra de Dios. Es la fuerza de su palabra la que hace posible las curaciones. Por eso hoy la invitación es a que con la fe del centurión, pongamos nuestras dolencias y necesidades delante de Jesús. Él las carga y aliviana nuestra cruz. Asimismo, la fe del centurión es una fe limpia de perjuicios e ilimitada pues reconoce que no hace falta que Jesús vaya a buscar al criado, sino que desde el momento en Cristo le dice «vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído», no necesita nada más para tener la certeza de que así se ha llevado a cabo. ¡Qué gran lección!
- ORACIÓN ¿Qué te digo Señor?
Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que digas una palabra y mi vida quedará sana.
- CONTEMPLACION ¿Cómo lo interiorizo?
En nuestra nuestra vida cotidiana ¿cómo hacemos crecer nuestra fe? ¿Confiamos verdaderamente en la acción de Dios?
- ACCIÓN ¿A qué me comprometo?
Háblale por tu móvil o envía un mensaje de texto a una persona que se encuentre sola o triste y hazle sentir cerca la presencia de Dios.