Lectio Divina por Julio Ángel De León Dumé de República Dominicana
0. Invocación al Espíritu Santo
Pidamos al Espíritu Santo, Paráclito, que venga a inundar nuestros corazones para ayudarnos a comprender la Palabra que el Señor nos brinda. Hagámoslo con la siguiente canción.
Amén.
Lectura: Evangelio de Juan 14, 27-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«La paz les dejo, les doy mi paz, y no como la da el mundo. No se inquieten ni se acobarden. Oyeron que les dije que me voy y volveré a visitarlos. Si me amaran, se alegrarían de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Les he dicho esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean. Ya no hablaré mucho con ustedes, porque está llegando el príncipe del mundo. No tiene poder sobre mí, pero el mundo tiene que saber que yo amo al Padre y hago lo que el Padre me encargo.».
Palabra del Señor
1. Lectura: ¿Qué dice el texto?
• La paz les dejo, mi paz les doy: Jesús da la paz a sus discípulos, pero no es la paz que da el mundo… o lo que el mundo considera la paz. Estas Palabras el Señor las pronuncia cuando está cerca su pasión y a pesar de ello está en paz y Su paz le alcanza para “darla” a sus discípulos. Más aún la siguiente frase dice: “no se inquieten ni se acobarden” una frase muy poderosa en ese contexto de persecución y peligro en el que estaban.
• Si me amaran se alegrarían de que yo me vaya, porque el Padre es más que yo.
• Les he dicho esto antes de que suceda: Jesús como Señor de la historia sabía, sabe y siempre sabrá lo que va a suceder; pero no nos toca a nosotros saberlo. Lo poco que Él nos revela, es para que creamos.
• El príncipe de este mundo no tiene poder sobre mí. A pesar de que detrás de todo mal, pueda estar el demonio, si estamos con Jesús, nada habremos de temer.
• Yo amo al Padre y hago lo que el Padre me encargó. Hasta el final, el ejemplo de obediencia de Jesús quiere animar a sus discípulos a hacer lo mismo que Él y que sean obedientes a la Voluntad del Padre.
2. Meditación: ¿Qué me dice a mí el texto?
El contexto de este pasaje del Evangelio es de preocupación, temor e incertidumbre; justo como lo que estamos viviendo en el día de hoy. Y que hermoso es que en este día y en medio de la situación sin precedentes que estamos viviendo, Jesús mismo nos vuelva a decir: “No se inquieten ni se acobarden”
Qué bueno es escuchar la voz de nuestro Buen Pastor infundiendo confianza, dándonos su paz. No como la paz que da el mundo. Desde el punto de vista mundano, la paz está relacionada con bienestar y seguridades materiales; pero para nosotros los cristianos, Cristo es nuestra paz. Saber que cada una de sus palabras son ciertas y que sus promesas se cumplirán, eso debe bastarnos. Y si lo sabemos podemos echar fuera cualquier temor… y decir como Pablo: “Nada me podrá separar del amor de Dios”, ni siquiera la muerte, porque en Cristo, incluso la muerte ha sido vencida.
• ¿Tengo algún temor o inquietud en el día de hoy?
• ¿Entiendo que es a mí, directamente, que Jesús me dirige estas palabras?
3. Oración: ¿Qué le respondo a Dios?
Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, yo ponga el amor.
Que donde haya ofensa, yo ponga el perdón.
Que donde haya discordia, yo ponga la unión.
Que donde haya error, yo ponga la verdad.
Que donde haya duda, yo ponga la Fe.
Que donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que donde haya tinieblas, yo ponga la luz.
Que donde haya tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, como consolar,
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna. Amén.
(San Francisco de Asís)
4. Contemplación: ¿Cómo interiorizo la Palabra de Dios?
“La paz les dejo. No se inquieten ni se acobarden. (x3)
5. Acción: ¿A qué me comprometo?
Encontrar en mi entorno algún miedo que yo pueda “remediar” proponiendo la certeza y la confianza en Jesús.