Lectio Divina por José Manuel Fernández Tulier de Panamá
0) Invocación al Espíritu Santo.
Ven, Espíritu Santo,
Llena los corazones de tus fieles
Y enciende en ellos
El fuego de tu amor.
1) Lectura. Mt 9,1-8:
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico:
–¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados.
Algunos de los letrados se dijeron:
–Este blasfema.
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
–¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: «tus pecados están perdonados», o decir «levántate y anda»? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados –dijo dirigiéndose al paralítico–:
–Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa.
Se puso en pie, y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Palabra del Señor.
2) Meditación. ¿Qué me dice el texto?
La lectura del día de hoy, nos sitúa en un acontecimiento comunitario, es un gesto solidario el que logra producir el milagro. Pero también es bueno saber que las acciones buenas son mejores cuando son compartidas, como sucede en esta lectura, es una comunidad la que presenta ante Jesús un caso particular, es Jesús ante la comunidad que nos plantea dos opciones, ¿Qué es más fácil? Y se que en la vida de Iglesia nos ha tocado pensar en eso, ¿Es más fácil perdonar al hermano que me hizo mal o fingir que estoy bien y nada me afecta?. Algo que pudo frenar aquel milagro es la negativa a la palabra, un enfermo que se niega a recibir el medicamento no encontrará la sanación. Además aún cuando el enfermo se sane, quien también quedará sanada es la comunidad, pues no sólo tendrá un testigo de lo que sucede cuando pedimos juntos, sino que el gesto nos ubica a todos en el mismo nivel de dignidad, pues lo que se valora en el Evangelio es la vida misma, la vida que se comparte.
Ahora me pregunto; ¿Somos capaces de presentar nuestras peticiones como comunidad?
¿Estoy viviendo en un ambiente comunitario?
¿Reconozco las necesidades de mis hermanos y hermanas?
3) Oración.
Señor, dame la sabiduría que sólo viene de ti, para entender no sólo mis necesidades, sino de los que me rodean, no permitas que el egoísmo tome mi corazón, ni mi comunidad.
4) Contemplación. ¿Cómo interiorizo la palabra de Dios?
«Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa.»
Que la acción del Dios en nuestras vidas, nos mueva a transformar nuestros hogares.
5) Acción ¿A qué me comprometo?
En esta ocasión, podría ser más atento a las necesidades de mis hermanos, a antes y después de misa, ser más social y ver a aquel que siempre se aleja de la comunidad, estar aún en silencio con el que sufre.