Lectio Divina por Jacky Ágena de Haití/República Dominicana
0. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu de Dios, ¡Ven a nuestros corazones! Fluye a través de nuestro ser.
Espíritu de Dios, te abro las puertas de mi alma, entra, haz lo que quieras, remueve lo que no es sano, quita lo que me aparta de Ti, cura mis heridas, libera lo que me aprisiona.
1. LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Texto del Evangelio (Lc 4,14-22):
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.
Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.
Palabra del Señor.
2.MEDITACIÓN: ¿Qué me dice o nos dice Dios en el texto?
«El Espíritu del Señor está sobre mí» (Lc 4,18), dice Jesús, haciendo suyo este texto mesiánico. Es el Espíritu del Amor que así como hizo del Mesías el «ungido para llevar la Buena Nueva a los pobres» (cf. Lc 4,18), también “reposa” encima nuestro y nos conduce hacia el amor perfecto: como dice el Concilio Vaticano II, «todos los fieles, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad». El Espíritu Santo nos transformará como hizo con los Apóstoles, para que podamos actuar bajo su moción, otorgándonos sus frutos y, así, llevarlos a todos los corazones: «El fruto del Espíritu es: caridad, paz, alegría, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza» (Gal 5,22-23)
Jesús vuelve a su patria, empieza a predicar en las sinagogas de Galilea (Mc 1,35), y su palabra impacta a la gente porque actúa con el poder del Espíritu, es decir, que habla con mucha autoridad y sus milagros confirman sus palabras.
Jesús se da a conocer participando en las lecturas y sus comentarios en los oficios del sábado en las sinagogas de su provincia. Después de algún tiempo, siendo ya famoso, Jesús pasa por Nazaret y lo reciben mal. En el presente relato, Lucas muestra a la vez por qué Jesús atraía a la gente y por qué, en Nazaret especialmente, lo rechazaron.
De hecho, en este párrafo del Libro de Isaías 61,1-2, el antiguo profeta se refería a su propia misión: Dios lo había enviado para anunciar a los desterrados judíos que Dios pronto los vendría a visitar. Pero sus palabras encajan mejor todavía en el caso de Jesús, enviado para dar la libertad verdadera al pueblo que lo esperaba.
Jesús es El que viene para dar la libertad a los oprimidos. «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Jesús viene a abrir tiempos nuevos en que Dios se hace presente y reconcilia a la humanidad. Se le perdonan las deudas de la traición a la humanidad y los esclavos del pecado recobran su libertad (Lev. 25,10). Asimismo, ahora se abre un año de la gracia del Señor.
Terminó el tiempo de las promesas y de las profecías, Dios empieza a mostrarse a los hombres y mujeres tal como es: Jesús da a conocer al Padre, y el Padre da a conocer a su Hijo mediante las señales y milagros que salen de sus manos.
El paso de Jesús trae una verdadera liberación para todos, pues su acción tiende a que cada uno de nosotros viva en la verdad. «El Hijo los hace libres…, la verdad los hará libres…» (Jn 8,30). Por supuesto los judíos aspiraban más que nada a una liberación política, la cual es parte de la liberación total del hombre.
Las palabras de Jesús y sus gestos despertaban un pueblo paralizado y abrían el camino de todas las liberaciones humanas; pero eran como semillas y no podían producir inmediatamente sus frutos. Jesús no sentía deseo alguno de juntarse con los fanáticos y los violentos de su pueblo para conseguir una soberanía nacional tan opresora como la dominación romana. El daba testimonio a la verdad y echaba las bases de toda acción liberadora que se emprendería en el futuro.
Preguntas para profundizar la reflexión:
1-Como Jesús, yo también al ser bautizado, recibí la gracia del Espíritu. Hasta ahora, ¿en qué medida me he dejado guiar por el Espíritu Santo? ¿Cómo doy testimonio de Jesús y cómo doy testimonio del Amor y/ o la cercanía de Dios? ¿Cuál es mi actitud al escuchar la Palabra de Dios?
2-Jesús se da a conocer en la sinagoga y al mismo tiempo muestra el rostro del Padre. Sus Palabras y acciones fueron motivos de alabanzas. ¿Cómo me dejo impactar por la Palabra de Dios y qué hago para invitar a otras personas a alabar a Dios?
3- ¿Estoy abierto/a a acoger la liberación o libertad que Jesús viene a traerme?
4- ¿Soy capaz de apreciar la obra salvadora de Dios en mi vida? ¿Qué puedo hacer para ayudar a mi prójimo a vivir con verdadera libertad? ¿Cómo doy testimonio de Jesús?
3. ORACIÓN: ¿Qué le digo o le decimos a Dios?
Señor Jesús, Tú que viniste a salvar a la humanidad al derramar tu sangre purísima, ayúdanos a abrirnos a la plenitud de tu gracia, y ser verdaderos cooperadores de tu misión liberadora, anunciando a los pobres tu Buena Nueva, proclamando la liberación a los cautivos (del egoísmo, del alcohol, de la droga y de los placeres del mundo) y la vista a los ciegos (del autoritarismo, de la soberbia, de la avaricia), dando la libertad a los oprimidos (por el poder político putrefacto o corrupto) y proclamar un año de gracia del Señor». Amén.
4.CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva…» (Lc 4,18).
Repetimos:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva…» (Lc 4,18).
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva…» (Lc 4,18).
5. ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?
Hoy me comprometo a tomar en serio mi misión, para vivir de acuerdo a mi fe, dejándome guiar por el Espíritu Santo que, consecuentemente, permitirá a mi comunidad cosechar los frutos de caridad, paz, alegría, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza» (Gal 5,22-23).