Lectio Divina Dominical XXXIII del Tiempo Ordinario Ciclo B

«El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán»

Hno Ricardo Grzona, frp
Cristian Buiani, frp

PRIMERA LECTURA: Daniel 12, 1-3
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 16(15), 5.8.9-10.11
SEGUNDA LECTURA: Hebreos 13, 24-32

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICOMarcos 13, 24-32

24 “Pero en esos días después de ese sufrimiento, el sol estará oscuro y la luna ya no brillará. 25 Las estrellas caerán del cielo y las potencias que están en los cielos serán sacudidas. 26 Entonces verán al Hijo del Hombre descendiendo en las nubes con gran poder y gloria. 27 Él enviará a los ángeles a los cuatro rincones de la tierra y reunirá a los elegidos de Dios de un lado del mundo al otro”.

28 “Aprendan la parábola que enseña la higuera. Cuando sus ramas se vuelven verdes y las hojas comienzan a brotar, ustedes saben que se acerca el verano. Así también, cuando vean que sucedan estas cosas, sepan que el tiempo está cerca, listo para comenzar. 30 Ciertamente les digo que estas cosas sucederán antes de que todos los que ahora están vivos mueran. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

32 “En cuanto a aquel día o aquella hora, nadie sabe cuándo sucederá todo esto, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

No solo estamos atravesando los últimos meses del año, sino que también el calendario litúrgico esta llegando a su fin. El próximo domingo será la festividad de Cristo Rey, y las lecturas ya nos van preparando y ambientando a esta celebración. En este domingo leemos el evangelio de San Marcos, en su capitulo décimo tercero.

El relato tiene dos partes muy importantes, y ambas estrechamente relacionadas. La primera sobre la manifestación gloriosa del Hijo del hombre, y la segunda sobre  la parábola de la higuera.

Jesús comienza nombrando los signos que ocurrirán luego de una gran tribulación por la que el mundo deberá pasar. Luego de estas tribulaciones, habrá ciertos signos que darán cuenta de la manifestación gloriosa del Hijo del hombre. Recordemos que el titulo mesiánico “Hijo del hombre”, hace referencia a Jesús.

Esta venida gloriosa del Hijo del hombre, también recibe el nombre de “Parusía”. Con este término que significa “presencia o llegada”, se denomina al acontecimiento esperado al final de la historia, la segunda venida de Cristo a la tierra. Esta venida será llena de poder, y de gloria, de allí que la lectura dice que vendrá junto con sus ángeles, y congregarán a todos los elegidos desde los cuatro puntos cardinales.

Jesús una vez más hace uso de una parábola, y pide a sus discípulos que la aprendan.  En este caso utiliza la imagen de la higuera, árbol muy común de aquel lugar. Ciertos signos y señales nos hablan acerca de la pronta venida de Cristo, de la misma manera que ciertos cambios en la higuera o en cualquier otra planta nos hablan de la llegada de la primavera y del verano. Jesús con esta comparación busca que sus discípulos siempre estén a la espera de lo que vendrá, atentos a los signos de los tiempos, aún sin saber cuándo ocurrirá.

“Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto”. Durante mucho tiempo ha existido gran especulación sobre el significado de estas palabras. Los Padres de la Iglesia afirman que estas palabras sirven e influyen para que cada generación piense que el final ocurrirá en su tiempo, y de esta forma estén siempre vigilantes, y buscando la salvación.

El cielo y la tierra pasarán, pero sólo la Palabra de Dios que existe desde el principio, permanecerá. Esto nos recuerda que todo lo efímero y terrenal tiene un fin, pero sólo su Palabra que es Vida y Salvación permanece para siempre.

Sólo el Padre sabe cuando será el final de los tiempos. Jesús, como hombre, recibió del Padre un cabal conocimiento de lo que concierne a su misión; pero podía ignorar, y aquí él mismo lo afirma, ciertos detalles del plan de Dios. Las decisiones referentes al Reino de Dios aparecen en el Evangelio como reservadas al Padre.

Jesús pone en cada uno, como fruto de la confianza en el plan de Dios, el don de la esperanza. No es importante conocer el momento, el día o la fecha: sino saber que está todo en manos de Dios.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Cuáles serán los signos que ocurrirán luego de una gran tribulación?
  2. ¿A quién se verá venir sobre las nubes? ¿De qué forma vendrá?
  3. ¿A quién enviará el hijo del Hombre? ¿Para qué?
  4. ¿Qué parábola les pide Jesús a sus discípulos que se aprendan?
  5. ¿Cuáles son los signos en la higuera, de la pronta venida del verano?
  6. ¿Con qué compara Jesús a la higuera?
  7. ¿Qué es lo que sí pasará? ¿Y qué seguirá permaneciendo?
  8. ¿Quién conoce la fecha y la hora de la venida del Hijo del Hombre?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. Saber que Jesús vendrá en su gloria al mundo, ¿qué me genera? ¿Miedo, temor, alegría, o confianza, etc.? Y si Jesús vendría hoy mismo, ¿cómo me encontraría? ¿Me propongo vivir cristianamente como si Jesús fuera a venir hoy mismo?
  2. ¿Vivo con consciencia e intensidad cada minuto de mi vida? ¿Comprendo que no soy el dueño ni del tiempo, ni de la vida? ¿Qué me genera saber esto? ¿Me lleva a vivir de otra forma?
  3. ¿Estoy atento a los signos de los tiempos? ¿Cómo veo el tiempo presente, y el futuro del mundo? ¿Vivo con esperanza? ¿Qué es lo que espero? ¿Espero al Señor de la Vida, o pongo mi esperanza en cosas superficiales?
  4. ¿Qué significa para mí, saber que todo pasará, excepto la Palabra de Dios? ¿Entiendo que tantas situaciones difíciles, y dolorosas tienen un fin? ¿Me alimento de la Palabra de Dios que permanece, y que da vida?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor. 

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
 Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh, Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.  (S. Francisco)

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.

Añadimos nuestras intenciones de oración y decimos:

Amén.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:

«El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán»

(Versículo 31)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Hoy me comprometo a ser un cristiano marcado por la esperanza. Repaso actitudes cotidianas en las cuales, actúo con pesimismo, desilusión, y desconfianza. Y me comprometo a revertir estas actitudes, por la esperanza de solo hecho de ser cristiano. Me preparo así para que la venida de Cristo no me sorprenda.

En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad marcada por la esperanza en el Reino Celestial. Como grupo decidimos realizar acciones concretas, y fáciles de concretar para llevar nuestra esperanza a cuantos están transitando situaciones difíciles y dolorosas (enfermedad, soledad, desempleo, etc.).

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