Lectio Divina Junio 01, 2017. San Justino, Mártir
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ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía, Señor, tu espíritu,
que abra nuestra mente para comprender tu mensaje
y nuestro corazón para asimilarlo,
y así, con ese fuego, la faz de la tierra sea renovada. Amén
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LECTURA
Del santo Evangelio según San Juan 17,20-26.
No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.»
Démonos un tiempo de silencio interior para que la Palabra haga eco en nuestra mente y corazón.
Antes de pasar a la meditación, ¿qué dice el texto?
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Este texto forma parte de la oración de Jesús, conocida como la “oración sacerdotal”. Se divide en tres partes principales: la oración que Jesús hace al Padre, nuestro Padre; la oración que Jesús hace al Padre por los discípulos; la oración que Jesús hace al Padre por aquellos que creerán en él.
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Tres ideas privan en el texto: la mirada al futuro, el deseo de unidad entre sus discípulos, y la permanencia en su amor. Por estas tres actitudes: apertura al futuro, vivir la unidad, permanecer en el amor, será la manera que los demás conocerán que son discípulos de Jesús y contemplarán su gloria.
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MEDITACIÓN. ¿Qué me dice el texto?
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¿Cómo vivo mi apertura al futuro? ¿Me encierro en mi “metro cuadrado” de comodidad? ¿Soy capaz de dejarle una rendija al Espíritu Santo para que por ella se cuele y vea la realidad que me afecta con una mirada de oportunidad?
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¿Cómo soy agente de unidad en mi familia? ¿En mi grupo de apostolado? ¿En mi trabajo? ¿En mi diócesis?
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¿Qué elementos de mi vida me ayudan a permanecer en el amor a Jesucristo? ¿Qué áreas de mi vida me alejan de su amor?
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Siguiendo el ejemplo de San Justino, a quien celebramos hoy, terminemos este momento de meditación proclamando la oración colecta de la misa del día: Dios todopoderoso, que enseñaste al mártir san Justino la ciencia incomparable de Jesucristo, por la locura de la cruz, concédenos por su intercesión que, rechazando los engaños del error, obtengamos la firmeza de la fe.
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ORACIÓN (Oro con el texto bíblico)
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“También por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí.”
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“Para que sean uno como nosotros somos uno.”
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“Para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.”
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CONTEMPLACIÓN
Les invito a este momento de contemplación escuchando esta canción: https://youtu.be/N5LECNqQs7Q
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ACCIÓN
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Meditaré la vida de San Justino mártir y me preguntaré cómo podría dar testimonio de Jesús de la manera que Justino lo dio en su tiempo.
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¿Qué acción concreta haré hoy por restablecer los vínculos de unidad con aquella persona que me ha ofendido o que yo he ofendido?